domingo, 26 de marzo de 2017

Crítica: “Temptation’s Kiss”, de Sandra Brown



Tópico harlequinero: de enemigos a amantes y segundas oportunidades.
Warner Books, enero 1998
Diseño de portada: Jackie Merri Meyer
Fotografía de portada: Herman Estevez
Tipografía: Carl Dellacroce


DATOS GENERALES
Título original: A Kiss Remembered
Subgénero: contemporánea/Genérica
Fecha de publicación original en inglés: agosto de 1983
Serie: Second Chance at Love (SC) - 137

SINOPSIS
Megan Lambert puede enfrentarse a la presión de su trabajo como gerente de ventas para una televisión en Atlanta. Lo que no puede manejar es su antagonismo hacia Josh Bennet, un publicista destacado.
Él quiere salir con ella, y Megan no sabe por qué. Josh es muchas cosas –poderoso, guapo y arrogante- pero no predecible.
De repente, Josh le exige algo que pone la carrera de Megan en peligro y eleva tanto la apuesta emocional que la hace estremecer.
Va a entrar en un mundo de limosinas y lujo, engaños y falsas esperanzas –y juegos de pasión que pueden romper el corazón de una mujer cuando la carta comodín es el amor…

¿Entra dentro de “Lo mejor de la novela romántica”?
No, la verdad, la compré en su día sólo porque era de Sandra Brown.

CRÍTICA
Esta es una de esas novelitas de los ochenta que leí veinte años más tarde en mi repaso de la bibliografía de Sandra Brown. La releí hace tres años, para publicar una crítica en El rincón de la novela romántica, y la he releído ahora otra vez. Más o menos voy a seguir la misma crítica que hice entonces.
Aunque se publicó en la línea “segunda oportunidad en el amor” por aquello de que Megan es viuda y sería su segunda oportunidad, para mí es más del tipo enemigos a amantes.
Bajo ese tópico se engloban diversas posibilidades. Puede que sea gente que de verdad se ha odiado desde hace años y de repente se ven de otra manera. O que la pareja se lleve fatal, pero en el fondo el deseo haya estado ahí siempre, sin que ellos lo reconozcan ante sí mismos.
O puede ocurrir como aquí, que es uno de los dos (ella) odia al otro, mientras éste (él) deja claro su interés.
Megan Lambert es gerente de ventas en WONE TV, una cadena de televisión de Atlanta. Desempeña este importante trabajo de forma muy eficiente, mejorando las cifras de publicidad de la cadena. Pero no pierde su punto de feminidad que, en el caso de Sandra Brown, suele implicar una heroína elegante, con kit de maquillaje completo en el bolso y considerada con los sentimientos de sus empleados. Ojito, que si hay algo que merece la pena rescatar de estas novelas es cómo vestía la gente, especialmente la heroína, algo que Sandra Brown nos detalla hasta el último pespunte.
Hay mucho de sexismo en esta novela de lo que se espera que sea una mujer en el trabajo, que sea despiadada si el cargo lo exige pero al tiempo, que no pierda su “sensibilidad” femenina de sentir empatía hacia el otro.
Un día en su despacho aparece Joshua Bennett, para hablar de negocios, en relación con un resort en la isla de Hilton Head (Carolina del Sur). La Agencia Bennett es responsable de un gran porcentaje de los clientes publicitarios de la cadena de televisión.
Pero en seguida, en esa misma escena, se lanzan a la yugular. Megan es viuda, y él le pregunta:
Él: “¿Por qué no quisiste verme después del funeral? ¿Por qué no me devolviste las llamadas?”.
Ella: “Encontraba tu dolor en el funeral de James insincero y ridículo, no quise tener nada que ver con tu hipocresía”.
Es evidente que Megan odia rabiosamente a Joshua. Resulta que el marido de Megan trabajaba para Josh, largas horas, bebía con los clientes, fumaba,… Vamos, que llevaba “riesgo cardiovascular” tatuado en la frente y, claro, murió de infarto antes de los cuarenta. Para Megan, la culpa de la muerte de su marido es Josh.
Lo aborrece con un odio intenso, incontrolado. No atiende a razones de que fue él quien decidió no cuidarse, que su jefe no le exigió esa forma de vida tan insana.
El secreto de un odio tan apasionado es que compartieron un beso justo el día antes de su boda. Hay que entenderlo, ¡ella estaba tan mona con su vestido escote halter! Y si no lo hubiera disfrutado, posiblemente se habría encogido de hombros y seguido adelante. Pero en cierto sentido se odia a sí misma por haber disfrutado tanto en los brazos del jefe de su prometido.
Bueno, más o menos por ahí van los tiros pseudopsicoanalíticos de la novela, que como es una de esas genéricas de unas doscientas páginas tampoco se va a profundizar más.
Han pasado ya tres años de la muerte del marido de Megan, y Josh considera que es el momento de lanzarse a la conquista de esta mujer a la que no ha podido olvidar. Y lo hará con todo el armamento a su disposición.
Típico héroe de los ochenta, el paternalista Josh avasalla, manipula, toca y besa sin permiso y sin miedo a demandas por acoso. “Te quiero y te tendré, no lo dudo en ningún momento, ni tú tampoco, así que cuanto antes te hagas a la idea, mejor” es su sensible forma de empezar el romance.
Megan, prototipo de la misma época, es incapaz mantener su perfecto peinado si al mismo tiempo tiene que luchar por su dignidad, así que opta por lo primero. Acaba siendo el perfecto felpudo que protesta mucho (“No te mereces ninguna oportunidad. Tenías que haber cogido mis indirectas y desistir. El mensaje es claro: no quiero tener nada que ver contigo, Joshua Bennett. De una vez por todas, que te entre en la cabeza y déjame en paz”), pero que cede en cada paso del camino hasta el final.
Sus escenas son muy explícitas y sensuales, pero ella simplemente se deja hacer, no toma ninguna iniciativa.
Ciertamente, la ambientación en Hilton Head es de lujo. Quién pudiera permitirse unas vacaciones allí. Y el vestuario es inolvidable. En un determinado momento, por un giro improbable de la trama, decide que tiene que ponerse ropa sexy. Así que de vez en cuando aparecen descripciones detalladas de “outfits” improbables. Especialmente un vestido sin mangas, con una abertura en la sisa que llega casi a la cintura y que vuelve loco a Josh por todo lo que revela. Obviamente es de los que no admiten sujetador debajo. Muy de los ochenta.
Pero la novela, en su conjunto, simplemente es pasable, y acaba resultando más bien pobretona.
En su momento le puse un 5, o sea que sería aprobado justito, un 2,5 estrellas. Pero como en este blog mío no admite medias valoraciones, entre las 2 y las 3 estrellas, me quedo con el dos: no pasa el corte.

Valoración personal: allá tú, 2


Se la recomendaría a: fans de Sandra Brown y quienes quieran una novela de aire ochentero.

Otras críticas de la novela:
Ya he dicho que es difícil encontrar críticas de libros tan antiguos.
En El Rincón de la Novela Romántica está una versión anterior de esta crítica mía.
Siempre tenemos, claro Good Reads
No he encontrado más. Si alguien conoce alguna otra crítica de la novela, en inglés o español, siéntase libre de enlazar abajo.
Por cierto que tonteando por ahí encontré este curioso artículo de Kelly Faircloth en Jezebel, “Fact:The Wacky Fashions of '80s Romance Novels Are the Greatest Thing” o sea, de cómo se vestían en las novelas de los ochenta como esta. Debe ser que Kelly Faircloth se fijaba tanto como yo en los looks de las heroínas. Dallas, Dinastía, hombreras,… y analiza el vestuario de varias heroínas de novelas románticas ochenteras. Y justo uno de los libros que estudia es este Temptation’s Kiss, y lo ilustra con fotos de la auténtica, la única, la notoria brexiter Joan Collins. 

2 comentarios:

  1. Ejem... se que es una de tus autoras preferidas pero, me llama la atención que !la mayor parte de las críticas que subes de ella son malas!
    No he leído estas genéricas, solo "Imagen en el espejo" y ahora estoy releyendo "Cortina de humo" que está muy buena.
    Siempre leyéndote con placer
    Besos

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    Respuestas
    1. Queda raro, ¿verdad? Pero es que estas novelitas del año de la polka no hay por dónde cogerlas. Es 2017, no puedo recomendar cosas tan machistonas. Es lo que tiene escribir mucho. La mayor parte no superan el test del tiempo.

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